Bullying, ciberbullying y resolución apropiada de conflictos en el sistema educativo argentino

Una mirada desde la prevención y la construcción colectiva de la convivencia

Resumen

El bullying y el ciberbullying representan desafíos cada vez más serios para las instituciones educativas argentinas. Frente a un aumento de situaciones de violencia entre pares, se vuelve necesario repensar la prevención no solo como un mecanismo de alerta, sino como parte de una cultura más amplia de cuidado y convivencia democrática. Basándonos en experiencias educativas y en mi formación en lo que respecta a la  resolución de conflictos y mediación, este artículo propone estrategias concretas que fortalezcan las dinámicas cooperativas, desarticulen la lógica de la violencia, y favorezcan una participación activa y protagónica de estudiantes, docentes y familias. A través de un análisis de políticas públicas, dinámicas grupales y ejemplos prácticos, reflexionamos sobre cómo construir entornos educativos más inclusivos, justos y respetuosos de la diversidad.

Introducción

En los últimos años, el bullying y el ciberbullying se han convertido en temas de preocupación central para el sistema educativo argentino. Datos recientes indican que un 66,2% de niños y adolescentes sufre alguna forma de acoso, y que en la mayoría de los casos no se efectúan denuncias.
Frente a este contexto, los enfoques tradicionales basados en sanciones disciplinarias se muestran limitados. Necesitamos avanzar hacia perspectivas que entiendan el conflicto como parte constitutiva de la vida social, y no como algo que deba suprimirse. La resolución de conflictos, la mediación y la cultura de paz ofrecen herramientas poderosas para abordar el bullying desde la raíz: fortaleciendo los lazos comunitarios, fomentando la participación activa y generando un clima escolar de respeto y cuidado.

Desarrollo

¿Qué es el bullying y cuáles son sus variables?

El bullying no es simplemente un conflicto esporádico entre estudiantes: es una forma sistemática de agresión que incluye repetición, intencionalidad y desequilibrio de poder. Puede manifestarse de manera física (golpes, empujones), verbal (insultos, amenazas), social (aislamiento, rumores), sexual (acoso, comentarios inapropiados) y digital (ciberbullying).
Cada forma de bullying genera daños profundos no solo en las víctimas, sino en toda la dinámica grupal, reforzando la exclusión, la violencia y el silenciamiento de las diferencias.

El ciberbullying: una violencia invisible

La digitalización de las relaciones interpersonales ha potenciado una nueva forma de violencia: el ciberbullying. Esta forma de acoso tiene características únicas: su efecto es más persistente, la exposición puede ser masiva y la sensación de vulnerabilidad mayor.
Las escuelas deben asumir que educar en ciudadanía digital, acompañar a estudiantes en el uso responsable de la tecnología, y establecer protocolos claros de intervención son acciones fundamentales para prevenirlo y combatirlo.

El modelo finlandés: inspiración para pensar otros caminos

Finlandia, a través del programa KiVa, ha logrado reducir notablemente los índices de bullying. ¿Cómo? Priorizando el compromiso colectivo, la intervención temprana y la responsabilidad de todo el grupo en la construcción de una cultura de respeto.
Lejos de castigar a los agresores, KiVa trabaja en fortalecer la empatía, la conciencia grupal y la reparación de vínculos, ofreciendo una perspectiva que bien podría adaptarse a nuestras realidades escolares.

Políticas públicas argentinas

En Argentina, la Ley de Educación Nacional (26.206) y la Ley de Convivencia Escolar (26.892) reconocen la importancia de construir espacios de respeto y diálogo. Sin embargo, la efectividad de estas políticas depende de su implementación real: capacitaciones docentes, fortalecimiento de los Consejos de Convivencia, participación activa de familias, y continuidad de programas como "Escuelas que Cuidan".
La educación en derechos humanos, en perspectiva de género y en cultura de paz debe permear todas las dimensiones de la vida escolar.

Dinámicas de grupalidad: comprender para intervenir mejor

Comprender cómo funcionan los grupos nos permite identificar por qué algunos estudiantes son víctimas y otros agresores. Los grupos tienden a reproducir lógicas de poder, exclusión y jerarquización. Si como educadores fomentamos dinámicas cooperativas, inclusivas y participativas, reducimos el terreno fértil para el bullying.
Generar pertenencia sin necesidad de excluir, fortalecer la autoestima colectiva, y trabajar la empatía son estrategias que transforman radicalmente los vínculos.

Iniciativas exitosas en escuelas

Experiencias en distintas provincias muestran que donde hay Consejos de Convivencia, asambleas estudiantiles, talleres de educación emocional o programas de mediación escolar, disminuyen los hechos de violencia.
Además, las salidas educativas al medio natural, los proyectos solidarios y los espacios de expresión artística son también herramientas poderosas para fortalecer la comunidad educativa, dando lugar al reconocimiento del otro como sujeto de derechos.

 

Conclusión

Si en el mundo de la resolución de conflictos la plataforma fundamental es la inclusión y la integración, en el ámbito escolar estos principios se traducen en prácticas concretas que favorecen la participación democrática y el respeto a la diversidad.
Como plantea William Ury, el primer paso para resolver los conflictos es reconocerlos como inherentes a la vida social y abordarlos con una perspectiva constructiva.
La mediación, el diálogo, el respeto mutuo, la solidaridad y la cooperación deben ser ejes transversales a toda la vida escolar. Solo un docente que crea profundamente en la educación para la convivencia podrá promover transformaciones reales en la dinámica de los conflictos.
El desafío es aprender a gestionar las diferencias, no como pérdidas, sino como oportunidades de crecimiento. Fomentar prácticas colaborativas y desarmar las lógicas de competencia y exclusión son pasos esenciales.
Finalmente, la única manera de evitar la transmisión inconsciente de estereotipos es sostener una actitud crítica permanente, cuestionando nuestros propios discursos y acciones para construir una educación que respete la diversidad de géneros, corporalidades y trayectorias de vida.
Solo así podremos construir escuelas que no solo enseñen contenidos, sino que también enseñen a convivir en un mundo diverso, justo y en paz.

 

 

Ricardo D’Amico
Licenciado en Gestión Educativa (UNTREF)
Licenciado en Resolución de Conflictos y Mediación (UNTREF)
Profesor de Educación Física

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