La mediación del siglo XXI exige incorporar nuevas competencias digitales para acompañar procesos humanos con herramientas de última generación, sin perder la esencia artesanal de nuestro oficio.
Por Alberto Elisavetsky
Director de ODR Latinoamérica
En los tiempos que corren, el uso de agentes de inteligencia artificial en la práctica y el entrenamiento cotidiano de los mediadores se ha vuelto un factor absolutamente imprescindible. Esta afirmación no es una provocación futurista ni una exageración tecnológica: es un dato de la realidad profesional. La inteligencia artificial ya no es una promesa lejana, sino una aliada presente que transforma cómo trabajamos, cómo aprendemos y cómo servimos a la comunidad.
Desde el punto de vista práctico, las herramientas basadas en IA pueden colaborar de forma concreta en aquellos momentos del proceso de facilitación en que las partes se encuentran estancadas. A través de algoritmos entrenados en negociación integrativa, es posible generar instancias superadoras que presenten opciones de mutuo beneficio con una velocidad y profundidad sorprendentes. No reemplazan al mediador, pero lo potencian.
Además, estos agentes son capaces de redactar documentos útiles antes, durante y después de la mediación: convenios, resúmenes de audiencias, sistematización de propuestas. En ese sentido, no sólo aportan valor profesional, sino que también permiten optimizar tiempos y reducir costos, lo cual es crucial para construir una práctica autosustentable y escalable.
La formación de mediadores no puede permanecer ajena a esta revolución. Entrenarse en el uso –y en muchos casos en la creación o personalización– de agentes de inteligencia artificial se convierte en una competencia central para quienes deseen ejercer con solvencia en un entorno digitalmente complejo. Las plataformas de ODR (Online Dispute Resolution) hoy integran asistentes conversacionales, análisis predictivo y herramientas colaborativas potenciadas por IA.
Por supuesto, nada de esto sustituye el componente artesanal y profundamente humano de cada mediación. Pero en lugar de oponer tecnología y humanismo, es momento de integrarlos con sentido ético, responsabilidad profesional y compromiso comunitario. La IA no es el fin: es un medio para estar más disponibles, mejor preparados y más eficaces como operadores de conflictos.
En este contexto, resulta imprescindible tomar en consideración la norma internacional ISO 32122, desarrollada por la Organización Internacional de Normalización. Esta norma establece principios, requisitos y recomendaciones para el diseño, desarrollo y uso ético y transparente de sistemas de inteligencia artificial, especialmente cuando están implicados en procesos de toma de decisiones que afectan a personas, como en la mediación. La ISO 32122 promueve la responsabilidad, la explicabilidad, la gobernanza y la trazabilidad de los sistemas de IA, lo cual brinda un marco confiable para garantizar que estas herramientas actúen como verdaderos asistentes y no como sustitutos indiscriminados del criterio humano.
Como director de ODR Latinoamérica, invito a las nuevas generaciones de mediadores a asumir este desafío con entusiasmo. El futuro ya llegó. Y ser mediadores expertos en inteligencia artificial no es una opción: es parte del compromiso de estar a la altura de nuestro tiempo.
ODR Latinoamérica: siempre un paso adelante en formación digital para la resolución de conflictos.
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