En el marco del Programa de Formación en Mediación con Certificación Internacional IMI, dirigido por el Dr. Alberto Elisavetsky, tuvimos la oportunidad de profundizar en el alcance y la relevancia de la Convención de Singapur sobre la Mediación.
La clase, impartida por la Dra. María Victoria Marun, puso de relieve la importancia de este instrumento para el fortalecimiento de la mediación en el escenario transfronterizo.
En un mundo cada vez más conectado, las empresas hacen negocios a miles de kilómetros de distancia… pero los conflictos —como los retrasos, incumplimientos o diferencias contractuales— también viajan con la misma facilidad.
La gran pregunta es: ¿cómo resolver estos problemas sin tener que litigar en el extranjero, gastar una fortuna o perder años en tribunales?
La respuesta está tomando forma gracias a un instrumento internacional que está cambiando silenciosamente la manera de solucionar disputas comerciales:
la Convención de Singapur sobre la Mediación.
¿Qué hace exactamente esta Convención?
En términos simples, la Convención garantiza que si dos empresas llegan a un acuerdo mediante mediación, ese acuerdo podrá ser ejecutado directamente en los países que formen parte del tratado, sin tener que volver a negociar o iniciar un nuevo juicio.
El folleto informativo oficial lo resume así: su objetivo es facilitar el comercio internacional y promover la mediación como una vía rápida y eficaz para resolver conflictos (p. 1-2)
Es decir, lo que la Convención busca es que los acuerdos logrados con ayuda de un mediador tengan valor real más allá de las fronteras.
¿A qué tipo de acuerdos se aplica?
Muy fácil:
- Deben ser acuerdos comerciales (no se aplica a familia, laboral, consumo, etc.).
- Deben ser internacionales (las empresas están en distintos países o el acuerdo tiene efectos en más de uno).
- Deben haberse alcanzado mediante mediación (y debe acreditarse con la documentación correspondiente).
¿Cómo funciona todo esto en la práctica?
Imagina que dos empresas —una de México y otra de España— llegan a un acuerdo mediado sobre un conflicto comercial. Si una incumple, la otra puede acudir a los tribunales de su propio país y pedir la ejecución directa del acuerdo.
No tiene que empezar un juicio desde cero ni probar otra vez todo el caso.
Cada país puede definir cómo procesa la solicitud, pero no puede negar su ejecución salvo en casos muy específicos. Esto está regulado en el artículo 5, recogido en las páginas 3 y 4 (incapacidad, irregularidades graves en la mediación, orden público, etc.)
¿Por qué es tan relevante para las empresas?
Porque aporta seguridad y rapidez, dos ingredientes clave en los negocios internacionales.
Según el documento (p. 4), la mediación trae consigo tres beneficios centrales:
- Ayuda a mantener las relaciones comerciales, incluso en situaciones de tensión.
- Facilita la gestión de operaciones internacionales, al dar claridad sobre qué ocurre si una parte incumple.
- Reduce la carga de los sistemas judiciales, al incentivar métodos cooperativos de resolución.
Todo esto hace que más empresas se animen a usar la mediación, confiando en que los acuerdos se harán valer en otros países.
¿Desde cuándo está en vigor y quién puede sumarse?
La Convención entró en vigor el 12 de septiembre de 2020 (p. 6)
Cualquier país puede adherirse depositando su instrumento correspondiente ante la ONU. Cada Estado puede, además, hacer ciertas reservas si así lo desea, lo que también se explica en el documento (p. 7).
Un antes y un después en la resolución de conflictos internacionales
La Convención de Singapur ofrece un mensaje claro:
los acuerdos alcanzados por mediación importan, y mucho, también en el plano internacional.
Para las empresas, significa previsibilidad.
Para los Estados, menos litigios y más colaboración.
Para la comunidad ODR, una oportunidad para impulsar mecanismos digitales de resolución de conflictos con respaldo global.
Para mí, analizar este tema representa no solo un paso más en mi desarrollo profesional, sino también un hito personal dentro de un proceso de especialización que valoro profundamente.
Este artículo nace precisamente de esa experiencia y tiene como propósito compartir, de manera clara y accesible, los aspectos esenciales que hacen de la Convención de Singapur un pilar en la resolución colaborativa de controversias internacionales.
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